La casa de Bernarda Alba
es una obra teatral en tres actos del escritor Federico García Lorca,
escrita en 1936. La obra cuenta
la historia de Bernarda Alba que, tras haber enviudado por segunda
vez a los 60 años, decide vivir los próximos ocho años en el más
riguroso luto. Quizá el rasgo más destacable sea su fanatismo
religioso. Con ella viven cinco hijas: Angustias, Magdalena, Amelia,
Martirio y Adela. Sin personajes masculinos en escena. El apellido
de las mujeres de la obra es simbólico y significa castidad.
Personajes
Hay que recalcar la
mezcla característica de Lorca de los personajes. Por un lado son
estereotipos, ya que representan una figura. Pero también tienen
detrás su historia, sus sentimientos. Es necesario resaltar que
solamente aparecen mujeres, pues es un drama sobre ellas.
Bernarda (60
años): Una carga negativa se centra
en ella. Es tirana, hipócrita, déspota y blanco de casi todas las
críticas de la obra. Su lenguaje es indicativo de su carácter, así
como el uso reiterado de formulas prescriptivas. El hecho de que se
apoye sobre un bastón es simbólico y representa un báculo de poder.
Con su forma de ser, representa también el orden español estricto y
represivo. Su motivación es contar con una reputación perfecta. Basa
su honor en un modo de pensar tradicional y rancio. Bernarda es
paradójica pues es la más masculina de todas a la vez que constituye
una barrera entre sus hijas y los hombres.
Angustias (39
años): Es la hija mayor, nacida del
matrimonio
de Bernarda con su primer esposo. Se piensa casar con Pepe el Romano
gracias a su dinero. Aunque es consciente de ello, le es
indiferente, ya que su único deseo es salir de la casa y del poder
de su madre. Tras casi 40 años no quedan en ella pasiones ni
alegrías.
Magdalena (30
años): Es la segunda hija de Bernarda
y la que más quería a su difunto padre, llegando incluso a
desmayarse durante el primer responso de la misa funeral. Está
convencida de que nunca se casará, y habría deseado haber nacido
varón. Tanto ella como Amelia han aceptado el poder de su madre con
resignación. Representa la aceptación, el respeto a la autoridad de
los mayores y la admiración a la determinación de su hermana menor
Adela, capaz de enfrentarse con el orden asfixiante de la casa de
Bernarda Alba.
Amelia (27
años): La tercera hija de Bernarda
posee el carácter más tímido y asustadizo de todos. Apenas habla a
lo largo de la obra. Ella sigue teniendo una fe inocente en que el
matrimonio debe ocurrir por amor y no por otra razón.
Martirio (24
años): Es quizá el personaje más
complejo de todos. Su madre frustró su boda con el joven Enrique
Humanes por ser éste hijo de un gañán. Siente resentimiento y
grandes celos de su hermana menor, ya que ve impotente cómo ésta
atrae a Pepe el Romano. Ha sido quebrada por la autoridad de su
madre y es la hija que más sufre por la sobreprotección y falta de
liberad. También es la menor y más fea de todas las hermanas y su
motivación es el miedo.
Adela (20 años):
La hija más joven de todas. No está dispuesta a someterse a la
tiranía materna y todo en ella es vitalidad. Desafía la moral
establecida, llegando incluso a romper el bastón de su madre, aunque
le es imposible vencerla y esto la lleva a un destino trágico.
La Poncia (60
años): Es la criada principal de la
casa. Sería casi de la familia, pues Bernarda y ella se criaron
juntas desde la niñez, de no ser por el clasismo imperante. Es la
principal confidente de Bernarda pese al odio que siente por ella.
Destaca su habla popular y colorida. Es la antitesis de Bernarda y
su conciencia en la obra. Su nombre evoca a Poncio pilato, quien
pudiendo intervenir decide lavarse las manos en la crucifixión de
Jesucristo en la Biblia. Poncia cree que una mujer sin un hombre no
es algo natural.
María Josefa (80
años): La madre de Bernarda es una
anciana aparentemente loca cuyas palabras dicen verdades reales y
poéticas. Expresa lo que ninguna de las hijas se atreve a decir: el
deseo de libertad, de amor, de maternidad, etcétera. Da una mala
imagen de Bernarda, por lo que ésta la mantiene siempre encerrada en
el desván. Sus referencias al mar (casarse en la playa, llevar
perlas, etc.) son parte de la imaginería poética de García-Lorca y
están relacionadas con el origen de la vida.
Mujeres 1º,2º y
3º: Son mujeres de pueblo, cotillas y
a la vez criticonas y fingen una amistad con Bernarda.
Pepe el Romano
(25 años): En la obra no aparece
físicamente en ningún momento, aunque es omnipresente. Es el
catalizador de todas las pasiones e iras en la casa.
Prudencia (50
Años): Amiga de Bernarda
Criada (50
Años): Es la segunda criada de la
casa.
Temas principales
de la obra
Clases sociales:
El pueblo que presenta Lorca es un pueblo que tiene clases sociales
claramente diferenciadas. Cada persona sabe en qué lugar está y
tiene claro que debe resignarse a ello. La relación entre Poncia y
Bernarda, por ejemplo, muestra que a pesar de haber crecido juntas,
una patrona y una criada no pueden ser verdaderas amigas. No son del
mismo estrato, y no se pueden tratar como iguales. Bernarda es el
personaje que transmite más claramente la importancia de las clases
sociales porque habla con desprecio de la gente que no está a su
altura con frases como "los pobres son como los animales, parece que
estuvieran hechos de otras sustancias", con la que deja claro su
perspectiva de superioridad. Sin embargo, se podría argumentar que
la Poncia tiene valores morales superiores a los de Bernarda pues no
se deja corromper por dinero o poder, y cumple en cambio un papel de
conciencia moral.
Papel de la mujer:
Las mujeres de la casa hablan en diversas
ocasiones sobre la "forma de hacer de las mujeres". Adela es la
rebeldía que no acepta el orden falo céntrico que establece que las
mujeres tienen que hacer ciertas cosas y los hombres no, y es
castigada al final. Bernarda, paradójicamente, cumple un papel de
mujer fuerte. Es ella quien pone orden en la casa, ordena a las
criadas y vigila que sus hijas vayan por el camino correcto. Las
mujeres son oprimidas por el poder del hombre y aunque no hay
hombres en la obra (solo uno que nunca se ve) ellas se ven afectadas
por su influencia. Por ejemplo, hace ya varios años que se murió el
primer marido de Bernarda, y aun así, fuerza a las hijas a estar de
luto con ella por ocho años. Se necesita mantener la castidad/pureza
por la honra de la familia. Al final, Bernarda proclama la
virginidad de su hija, para mantener una buena reputación.
Sociedad opresiva:
en el pueblo todas las mujeres mantienen un cotilleo y una
habladuría continua que hace que todo el mundo actúe de manera
hipócrita porque hacen cosas que no haría si no estuvieran sometidas
a tanta presión. Las murmuraciones se distorsionan con cada persona
que lo cuenta y eso crea un ambiente de tensión continua. Bernarda y
sus hijas están sometidas a las críticas y los rumores en todo
momento durante la obra.
La tradición:
la tradición se divide en varios puntos. El primero es el luto:
Bernarda, para ser la que más destaca en todo, quiere que sus hijas
y ella mantengan un luto exagerado de ocho años. Todas sus hijas se
resignan excepto Adela, que piensa que no es justo que en sus
mejores años de vida tenga que estar encerrada en casa. Por ello,
Adela va en contra de las normas y deja claro que no va a seguir ese
luto. También aparece el matrimonio concertado: Angustias va a
casarse con Pepe el Romano. En el pueblo que Lorca explica, el
matrimonio concertado era un tema muy típico y la mayoría de las
mujeres con dinero y yuntas se casaban con los mejores hombres. Pepe
el Romano se quiere casar con Angustias porque tiene mucho dinero de
su padre. Relacionado con este tema está la decencia: Bernarda tiene
este afán negativo por aparentar. Además, los comentarios sobre la
vida de los personajes externos y las referencias a la biografía de
Poncia dejan claro que este es uno de los temas centrales de la
obra. Por último, podemos encontrar la moral conservadora: la
obsesión por la virginidad, la religión, las falsas apariencias y el
qué dirán son los temas que rodean a Bernarda y a sus hijas.
Relaciones del
Poder: Bernarda es un personaje déspota y
cruel. Bernarda reprime sus sentimientos y actúa de forma
autoritaria. Uno de los símbolos que usa Lorca para expresar el
poder de Bernarda es su bastón. Cuando se da cuenta que Adela ha
tenido relaciones sexuales con el único hombre de la obra, hay un
cambio de poder (“falso final”) antes del clímax de la obra.
El deseo de
libertad: Es expresado por el
deseo de amor, pasión. Sin pasión y libertad, los personajes sufren.
Todas las hermanas sienten unas enormes ganas de salir de la casa,
pero todas se resignan a lo que les toca vivir, excepto Adela, que
intentará, mediante sus indirectas, ir en contra de los pensamientos
de su madre.
El autoritarismo:
Bernarda es un personaje déspota y cruel. Bernarda actúa sin
sentimientos y de una manera radical en la mayoría de los asuntos
que trata durante la obra. Uno de los símbolos que usa Lorca para
expresar el poder de Bernarda es su bastón.
Temas secundarios
El odio:
las hermanas sin quererlo ni buscarlo se ven encerradas en una casa
durante ocho años, en un luto exagerado. Todas ven como la única que
se salva de este cruel destino es Angustias, ya que es la hija del
primer marido de Bernarda, y encima se lleva al mejor galán del
pueblo, con lo que el odio entre las hermanas incrementa a medida
que pasa la obra.
La envidia:
Angustias es el mejor partido de la casa de Bernarda, con lo que
Pepe el Romano decide ir a por ella. Adela considera que la mejor
cualificada tanto físicamente como por edad es ella, pero aún así
Pepe el Romano se queda con la más rica. Tanto Martirio como Adela
envidian lo que le está ocurriendo a su hermana y Martirio ve cómo,
a su vez, Adela está por las noches con Pepe, así que, poco a poco,
se crea un conflicto grande entre ellas.
El dinero:
en esta obra se habla mucho de las clases
sociales y por lo tanto del dinero y los bienes de cada uno. El
dinero en la casa de Bernarda se centra en Angustias, aunque podemos
considerar que la familia Alba pertenece a la clase media. En la
obra hay muchas discusiones por el dinero porque Angustias se lleva
al galán más guapo del pueblo solo por su dinero.
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